Baltasar Gracián

En aquella España del Siglo de Oro en la que coincidieron figuras literarias de la talla de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora, también logró destacar un aragonés cuya obra bien está a la altura del Quijote: Baltasar Gracián, el genio de la brevedad. Baltasar fue uno de los mayores pensadores de nuestra época… ¿Sabías que la localidad en la que nació lleva hoy su nombre?

“El poeta Baltasar Gracián”, obra pictórica de la primera mitad del siglo XVII y atribuida por algunos a Velázquez. Fuente: https://es.wikipedia.org

Hijo de un médico monegrino, Baltasar nació en Belmonte de Calatayud, municipio que actualmente se denomina Belmonte de Gracián, en 1601. Su vida abarca el tiempo de los reinados de Felipe III y Felipe IV, también conocidos como los Austrias menores, que dan rostro a la decadencia del imperio español. Gracián vivió en tiempos de crisis, guerras, miseria generalizada y corrupción. Ese ambiente resulta crucial para entender su característico pesimismo, pero no fue suficiente para ensombrecer la lucidez e inquietud intelectual del bilbilitano.

Belmonte de Gracián. Fuente: https://www.comunidadcalatayud.com/

Baltasar fue uno de los ocho hijos de los Gracián, y al igual que él mismo, varios de sus hermanos fueron religiosos, destino común para todos aquellos que disponían de buenas cualidades intelectuales pero de pocos recursos económicos. Así, a los dieciocho años, nuestro estudioso protagonista ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús de Tarragona. Desde entonces y hasta su muerte –aún a pesar de diversos conflictos y una crisis psicológica al final de su vida-, siempre será jesuita.

Baltasar Gracián, retrato de Jesús Carderera. Fuente: https://es.wikipedia.org

Para completar su excelente formación, Baltasar Gracián estudió  Filosofía en Calatayud y Teología en Zaragoza. Después, en 1627 es ordenado sacerdote y comienza a impartir clases como profesor de Gramatica en el colegio jesuita de Calatayud. Luego, tras un periodo de formación en Valencia y otro de profesor en Lérida, Baltasar volvió a Aragón en 1636, de donde pocas veces marchó.

Primer retrato conocido de Gracián conservado en la UNED de Calatayud -antiguo colegio jesuita de Calatayud. Fuente: https://es.wikipedia.org

En Huesca, donde es destinado como predicador y confesor, Baltasar encontrará la fama y la alegría. La fama se la dan sus magníficas predicaciones; y la alegría se la depara su estrecha relación con algunos de los más destacados personajes de la Huesca de la época. Entre otros, realizaba asiduos encuentros literarios con el célebre mecenas y coleccionista Vicencio Juan de Lastanosa, cuya biblioteca alcanzaba los casi siete mil libros. Posiblemente, fue este oscense quien le animó a Baltasar a publicar su primer libro, que además se lo dedicó a Lastanosa: “El Héroe”, obra editada en 1337 con el pseudónimo de Lorenzo Gracián; ¡Baltasar no tuvo autorización de sus superiores para publicar dicho libro!

Retrato del famoso gentilhombre y mecenas Vicencio de Lastanosa. Fuente: https://es.wikipedia.org

En Zaragoza, Gracián será el capellán del Duque de Nochera, y esta labor espiritual le dará oportunidad de visitar la Corte de Madrid, experiencia en la que tomó conciencia de la decadencia del gobierno y de la vida cortesana, que criticará en sus obras. Un año después, en 1340, el jesuita dedicará al Duque de Nochera su obra “El Político”… Durante ese tiempo también ganó fama en la capital del reino como predicador.

Retrato de Baltasar Gracián conservado en Graus. Fuente: https://www.cervantesvirtual.com

El inquieto jesuita aragonés seguirá desplazándose de un lugar a otro, pero será en Huesca, la ciudad en la que fue feliz, donde verán la luz sus más reconocidas obras literarias.

Así, en 1646 publica “El Discreto”, obra en la que, al igual que en “El Héroe” y “El político Don Fernando” explora el comportamiento ejemplar del ser humano. Se trata de un tema ético muy apreciado por los moralistas de la época, preocupados por el análisis del comportamiento humano.

Manuscrito autógrafo de “El Héroe”. Fuente: https:/es.wikipedia.org

Solo un año después, Baltasar publica la famosa obra “Oráculo manual y arte de prudencia”, una exquisita recopilación de aforismos que enseguida circulará por toda Europa. El Oráculo no sólo resume los principios morales para forjar una vida adecuada, sino que además revela a la perfección el particular estilo de Baltasar: el conceptismo. El conceptismo es una corriente de la literatura barroca caracterizada por buscar la teatralidad sin recurrir al uso sobrecargado de adjetivos y metáforas como Góngora, sino más bien todo lo contrario. Al igual que Quevedo, Gracián conseguía el artificio a través de la concisión, recurriendo a ingeniosos juegos de palabras y blandiendo las antítesis hasta crear conceptos sorprendentes… En fin, como dijo el propio Gracián, “más vale un grano de cordura que arrobas de sutileza”

Portada de la primera edición de “Oráculo manual”, 1647. Fuente: https://es.wikipedia.org

En 1651, Baltasar ejerce como profesor de Sagrada Escritura en el Seminario de San Carlos de Zaragoza. Es entonces cuando publica “El Criticón”, su obra más colosal. Integrada por tres tomos que recogen las tres etapas de la vida, está escrita en forma de novela alegórica, y Gracián muestra en ella la evolución del ser humano desde su estado natural hasta que se constituye en “persona” de digna existencia.

Seminario de San Carlos de Zaragoza. Fuente: http://www.wikipedia.es

“El Criticón” es una de las obras cumbre del Siglo de Oro español, además de una novela maestra que refleja las formas y virtudes del estilo conceptista. Sin embargo, su publicación, que tampoco contó con el permiso de los jesuitas –de toda su obra literaria, únicamente su libro “Comulgatorio” obtuvo el visto bueno de la compañía-, le valió a Gracián un castigo ejemplar. El filósofo es reprendido ante sus compañeros en el refectorio, se le impuso como penitencia ayuno a pan y agua, se le privó de su cátedra de Escritura –incluso se le negó la tinta y el papel-, y fue desterrado al colegio jesuita de Graus, en el Pirineo, donde sufrirá una fuerte depresión.

Antiguo colegio jesuita de Graus. Fuente: https://espaciopirineos.com

Esta lamentable situación aceleró la decadencia del pobre Gracián, que moriría un año después en Tarazona, el 6 de diciembre de 1658, después de habérsele atenuado la pena a consecuencia de su petición de ingresar en otra orden religiosa. Probablemente, Gracián fue enterrado en la fosa común del colegio en el que falleció.

Portada de la primera edición de “El Criticón”, 1651. Fuente: https://es.wikipedia.org

En nuestros días, el legado de Gracián sigue constituyendo un precioso ejemplo del arte de vivir, un manual de comportamiento que es atemporal y tan universal que sigue ofreciéndonos enormes enseñanzas. Reza el aforismo 192 de su Oráculo manual: “Hombre de gran paz, hombre de mucha vida. Para vivir, dejar vivir”. ¿Acaso puede decirse más con menos?

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Categorías: Los aragoneses | Deja un comentario

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