El Canal Imperial (I, la Acequia del siglo XVI)

Los que vivimos en mitad del valle del Ebro estamos acostumbrados a algo que para cualquiera resultaría chocante: el río más caudaloso de España corre a pocos kilómetros de zonas semidesérticas.

Para solucionarlo (solo en parte) ya los romanos empezaron a hacer importantes obras hidráulicas (la presa de Almonacid de la Cuba o la de Muel, p.ej., siguen ahí), los musulmanes construyeron una extensa red de acequias y los cristianos continuaron con todo aquello. Sin embargo, habría que esperar al siglo XVI para acometer un proyecto ambicioso de verdad: la Acequia Imperial, llamada así porque se construyó en época de Carlos V.

La presa y la casa de compuertas del siglo XVI

¿Por qué no se pudo hacer antes? Pues por una razón muy sencilla: el agua, por sí misma, va siempre hacia abajo, ¿no? Parece una obviedad, y lo es, pero tiene su importancia. Cuando uno quiere construir una vía de agua de un buen montón de kilómetros, tiene que empezar en un punto suficientemente alto para asegurarse de que el desnivel se mantiene hasta el final (ni demasiado, para que el agua no corra tanto como para erosionar el canal, ni demasiado poco, para que no vaya tan lenta como para poder helarse en invierno). El problema era que dentro de las fronteras del reino de Aragón era imposible empezar a la altura suficiente, con lo que no se pudo plantear el proyecto hasta que Fernando el Católico conquistó Navarra en 1512.

La casa de compuertas de la Acequia Imperial

En 1528 Carlos I (de ahí lo de Imperial) se interesó por el tema, y el Concejo de Zaragoza encargó varios proyectos, eligiéndose el de Gil Morlanes. Su idea era situar el azud cerca de Fontellas, en el reino de Navarra, para poder obtener así el desnivel necesario.

Desde la presa de piedra construida por Gil Morlanes se ve a la izquierda la casa de compuertas del siglo XVI, y a la derecha el ábside de la capilla levantada en el XVIII

Hacia 1540 estaba prácticamente acabada la obra. Además de la presa se construyó un magnífico edificio con cuatro compuertas, las bocas por las que salía el agua del Ebro hacia la acequia, y el cauce, que en los primeros metros se hizo de piedra. Además se hicieron puentes, almenaras y un sifón para salvar el obstáculo del Jalón. ¿Sifón? ¿Qué es eso? Vamos a ver un dibujo que muestra cómo se solucionó ese problema en el siglo XVIII y lo entenderemos mejor:

Cuando la Acequia Imperial se cruzaba con el Jalón se planteaban tres soluciones posibles:

  • Echar el agua de la acequia al río y volverla a tomar después construyendo otro azud. ¿Cuál era el problema? Pues que se perdía de golpe bastante altura, y ya hemos visto que eso era una cuestión importante para que la acequia pudiera llegar más lejos y, por lo tanto, regar más tierras.
  • Hacer un acueducto por encima del río para que pasara por allí la acequia. Es lo que se ve en el dibujo, y es la solución que se tomó en el siglo XVIII, cuando se hizo el Canal Imperial (es lo que se conoce como las murallas de Grisén).
  • Hacer un sifón, que fue la opción que se eligió. Vamos a ver un dibujo del sifón de una tubería como las que tenemos en casa y entenderemos el funcionamiento:

Se excavó una galería por debajo del río Jalón, de tal manera que el agua de la acequia descendía pero por su misma presión volvía a subir a la misma altura en la otra orilla del río, igual que en la tubería. Los romanos ya habían hecho construcciones de este tipo, pero había un problema: era fácil que se acabara cegando, como así fue, y sus piedras se fueron reutilizando por los habitantes de los pueblos de alrededor y hoy no queda nada. La cuestión es que a finales del siglo XVI la acequia estaba prácticamente inutilizada. Felipe IV se planteó recuperarla, alargándola hasta La Zaida (50 kilómetros aguas abajo de Zaragoza), pues se tenía claro que aquella obra traería consigo consecuencias tan positivas como el aumento de población, pero finalmente no se hizo. Habría posteriormente otros proyectos en relación con la navegación por el Ebro e incluso se llegó a pensar en ampliar el cauce de la acequia para poderla usar con ese fin, pero habría que esperar a que llegasen tiempos mejores en los que no sólo la Hacienda pública atravesara una situación más favorable, sino que hubiera un importante grupo aragonés de presión en Madrid.

Marcas en las piedras de la presa de Carlos V

¿Qué queda de la obra del siglo XVI? Pues para empezar la presa, el azud que se hizo en el Ebro, una magnífica construcción de piedra que resiste perfectamente al paso del tiempo aunque ya no cumpla su función, pues en el XVIII se hizo otra presa diferente aguas arriba para desviar el agua del río hacia la nueva casa de compuertas (es lo que se conoce como casa de Pignatelli).

La parte superior de la presa de Carlos V, sobre la que se puede pasear

Justo al lado de la presa se encuentra la antigua casa de compuertas, hoy conocida como palacio de Carlos V. Eso sí, en el siglo XIX se transformó bastante el edificio y su aspecto actual (que quizá se deba a Ricardo Magdalena, arquitecto municipal de Zaragoza) es el que puede verse en esta foto.

Vista aérea del palacio de Carlos V

¿Cómo se convirtió la Acequia Imperial en el actual Canal Imperial? Pues estad atentos, porque seguiremos contándolo en nuestro blog.

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Categorías: Historia y Arte, Joyas del Patrimonio | 7 comentarios

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